Coincidiendo con algunos actos multitudinarios de índole religiosa - festividad del Carmen por ejemplo -, imágenes y fieles discurren en procesión quedando una parte de la iudad cerrada al tráfico. Cientos de conductores pueden verse atrapados en esta circunstancia sin posibilidad física de escapada pasando de este modo a formar parte de la comitiva. Lo que en el Siglo de Oro pudo ser un hecho glorioso para los ciudadanos es obvio que hoy puede contrariar la forma de discurrir de una ciudad. ¿Cómo dar satisfacción a aquellos que no quieren desistir del espectáculo? Basta con abrir las puertas del Palacio de Exposiciones, Campo del Racing o plaza de toros.
!Así de fácil!
!Así de fácil!