
Las playas son un gran activo patrimonial y turístico de Santander. Pero precisamente a causa su fama, viven en un frágil equilibrio entre su explotación para el disfrute de locales y foráneos y su preservación.
Como en tantos otros aspectos, la concienciación es un elemento básico para contar con playas limpias y en buen estado. Y la educación debe comenzar desde edades tempranas. Por ello propongo que el consistorio firme un acuerdo con los colegios de la ciudad para hacer talleres/excursiones al Sardinero y a otras playas, con jornadas de limpieza de playas en las que puedan participar los más pequeños.
Los niños de hoy, presente, son claves en el Santander del futuro.