
En los parques infantiles de una ciudad americana donde estuve viviendo observé que había voluntarios municipales ayudando a vigilar a los niños durante los juegos. Cuidaban de que todos los niños pudieran jugar respetando los turnos en los columpios, evitar conductas peligrosas, procurar que todos los niños participen y ninguno se quede solo. En Santander podría aplicarse esta idea contratando monitores de tiempo libre, chicos y chicas jóvenes con el título y bien identificados, que ayudarían a los padres y abuelas que vigilan a sus hijos o nietos... sería un programa similar al que hay en las playas durante la temporada de verano, pero durante todo el año y en los parques infantiles. Un programa permanente de este tipo crearía empleo juvenil y permitiría ofrecer periodos de prácticas a jóvenes recién titulados en las Escuelas de Tiempo Libre, además de incrementar la seguridad de los niños y fomentar la cooperación y solidaridad entre los niños que juegan juntos - incluyendo a todos - y evitando la violencia.
